Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Sin embargo, millones de mujeres viven con un sueño fragmentado, insuficiente o no reparador. Y no es solo por el estrés o las múltiples responsabilidades del día a día: hay una red compleja de factores hormonales, inmunológicos y neurológicos que influyen directamente en cómo (y cuánto) dormimos.